El partido comenzó con un Patriotas decidido a imponer condiciones. Durante los primeros diez minutos monopolizó la pelota, manejó los ritmos y controló el terreno, aunque sin profundidad sobre el arco cartagenero. Real Cartagena, mientras tanto, observaba, esperaba y apenas intentaba acomodarse.
A los 12 minutos llegó el primer sacudón local: un remate de Felipe Acosta obligó al portero Juan Espitia a estirarse para evitar la caída de su arco. Era un aviso. Pero apenas dos minutos después, el visitante respondió con contundencia. Brayan Fernández aprovechó la primera clara que tuvo Patriotas y adelantó a los boyacenses. Un golpe duro y temprano.
Real intentó reaccionar. A los 22, Michael Ortega lanzó un centro preciso que Fredy Montero no logró conectar bien de cabeza. Lo que pudo ser el empate se perdió en el aire. Y a los 25 minutos, el panorama parecía aclararse para los auriverdes: expulsión de Alexander Porras por derribar a Wilfrido De la Rosa cuando ingresaba al área. Patriotas se quedaba con uno menos. La tribuna comenzó a creer que el partido podía cambiar.
Pero nada cambió.
El primer tiempo terminó con más incertidumbres que certezas. Real Cartagena, aun con superioridad numérica, nunca encontró cómo lastimar a Patriotas. El gol en contra y la roja rival fueron los únicos sobresaltos de una etapa en la que el local no supo leer el partido.
Obligado por el marcador, Néstor Craviotto movió el banco en el descanso: ingreso de Cristian Marrugo, Juan David Rodríguez y Jairo Ditta para intentar revivir un equipo apagado. Salieron Solarte, Acosta y Meléndez. Tres apuestas ofensivas, tres intentos por transformar la historia.
Pero los minutos empezaron a caer como plomo. Ni las variantes, ni el empuje, ni la necesidad lograron despertar a Real Cartagena. Patriotas, con un jugador menos, se replegó con orden, se aferró al resultado y resistió sin angustias. El local, por el contrario, se enredó en sus propias dudas. Un equipo confundido, sin claridad, sin chispa, apenas tuvo una ocasión de Wilfrido De la Rosa como único destello en medio del desierto.
El reloj avanzó, la tribuna se impacientó y el golpe final llegó sin sorpresa: derrota en casa, eliminación frente a su gente y otra temporada que termina con el mismo lamento. Craviotto leyó mal el partido, dicen muchos. Cambios equivocados, decisiones tardías, repetición de errores, especialmente cuando jugaba en casa. Y esta vez, costó todo.
El 1-0 dejó sentenciado el año auriverde. Por decimotercer año consecutivo, el ascenso se le escapa a Real Cartagena, que quedó tercero del Grupo B con 6 puntos y ya sin chances: a cuatro del líder Real Cundinamarca y con una sola fecha por disputarse.
Ahora solo resta cerrar el torneo visitando a Boca Juniors de Cali en un duelo entre eliminados. Un final triste para una campaña que, una vez más, prometió más de lo que fue capaz de cumplir.


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